Audio habitación
En este cuarto lo que más urgía era deshacerse de todas las cosas que tenía, juguetes, muebles viejos, una casa de cartón de juegos, la alfombra. Así que despersonalizamos y después de darle una limpieza a fondo, buscamos el modo de vestirla teniendo en cuenta el color de sus paredes que teníamos que respetar por falta de presupuesto.
Este tono verde, nos aportaba luminosidad y frescura, la estancia era amplia y con mucha luz. La casa de campo estaba muy cerquita de la playa, tan cerca que casi se podía escuchar el murmullo de las olas y el aroma a sal. Con todo ello, decidimos darle un aire marinero sin excedernos y al mismo tiempo conseguir que encajara en el conjunto de la vivienda.
Comenzamos por colocar una cama, sobre ella una colcha blanca, la manta azul, la caracola y las conchas de mar. Ya casi comenzaba a entrar una brisa por la ventana. En ella colocamos una cortina transparente para que la luz del día pudiera entrar e iluminar cada rincón.
A un lado de la cama, la lámpara de pie nos aporta un punto de luz perfecto para disfrutar de un buen libro por la noche. Con el mimbre, el jarrón azul y la bolsa marinera a los pies, formamos otro punto que nos evoca a la calma y bienestar y a la vez, a disfrutar de los pequeños rincones que nos rodean.
Al otro lado y en un rincón, un cuadro en tonos rosas y verdes y una vela aromática, nos envuelven e invitan a pasar y disfrutar de una estancia en calma.
En la casa, encontramos una puerta que en el pasado habría sido de algún mueble de salón y que por alguna razón se quedó sola y abandonada. La recogimos sucia y triste, oscura, apagada, un pincel se convirtió en nuestra varita mágica, la pintura en nuestro mejor aliado, el resultado un color azul perfecto para ayudarnos a imaginar las olas del mar acariciando nuestros pies descalzos.
Con unas velas blancas y las plumas azules envolviéndolas, creamos una zona que evoca al relax, al entrar y quedarse disfrutando, viendo, saboreando.
Tan solo nos quedaba ocuparnos de la estantería del fondo, bajo ella situamos unas cajas blancas y un cesto a rayas, encima un cuadro que nos ofrece la posibilidad de soñar. Tres cajitas aliándose con los colores que envuelven la vivienda, el cuadro de la estrella de mar y el farolillo azul turquesa, aportan vida y color.
Como punto final o el principio de todo, sobre la cama colocamos un cuadro en tonos azules y verdosos que entrelazan perfectamente, que nos ofrecen ese sabor a mar y olor a tierra de una vivienda convertida en hogar.